martes, 10 de noviembre de 2009

Dieta y espiritualidad

Otra charla sin desperdicio de Juan Torrontegui. Por qué dejar la carne, la leche, los huevos, los productos industriales (gaseosas, golosinas, "jugos", etc). Los nefastos aspartamo y glutamato monosódico (presente en muchos productos industriales y comida china).



El plan de Dios para nosotros

Dios desea que nosotros, mediante una estricta temperancia, mantengamos la mente clara y alerta para que podamos distinguir entre lo sagrado y lo común. Deberíamos luchar para comprender la maravillosa ciencia de la incomparable compasión y benevolencia de Dios. Los que comen demasiado y los que ingieren alimentos no saludables se crean problemas y se descalifican a sí mismos para el servicio de Dios. Es peligroso comer carne, porque los animales padecen muchas enfermedades mortales. Los que insisten en comer carne de animales, sacrifican la espiritualidad a causa de un apetito pervertido. Sus cuerpos se llenan de enfermedad. Ms 66, 1901.

La actividad intelectual disminuye como consecuencia de un régimen rico en carne. Las facultades intelectuales, morales y físicas quedan perjudicadas por el consumo habitual de carne. El comer carne trastorna el organismo, anubla el intelecto y embota las sensibilidades morales. 1JT 195 (1900).

Lo que comemos puede disminuir la actividad intelectual

Estamos compuestos por lo que comemos, y si comemos mucha carne nuestra actividad intelectual disminuirá. Los estudiantes lograrían mucho más en sus estudios si nunca comieran carne. Cuando la parte animal del ser humano se fortalece al comer carne, las facultades intelectuales disminuyen proporcionalmente. Se lograría una vida religiosa más exitosa, y se la conservaría, si se eliminara la carne, porque ese régimen sirve de estímulo para actividades intensas, inclinaciones sensuales, y debilita la naturaleza moral y espiritual. "La carne... [lucha] contra el Espíritu, y el... Espíritu... contra la carne" (Gál. 5: 17).

El consumo de carne y la disposición de ánimo

Por lo general, el Señor no proveyó para su pueblo alimentos a base de carne en el desierto, porque sabia que el uso de ese régimen crearía enfermedad e insubordinación. A fin de modificar la disposición, y con el propósito de poner en activo ejercicio las facultades más elevadas de la mente, quitó de ellos la carne de los animales muertos. CRA 448 (1898).

Consecuencias del consumo de carne de cerdo


El consumo de carne de cerdo no daña únicamente la salud física. La mente es afectada y la delicada sensibilidad queda embotada por el uso de este tosco alimento. CRA 470 (1865).

Quien come imprudentemente se descalifica para ser consejero

El azúcar no es buena para el estómago. Produce fermentación y esto obnubila el cerebro y causa irritabilidad en la disposición de ánimo. Y está probado que dos comidas son mejor que tres para la salud del organismo. Qué lástima que a menudo, cuando debería ejercerse la mayor abnegación, el estómago está lleno de una masa de alimento malsano, que permanece allí para descomponerse. La aflicción del estómago afecta el cerebro. El que come imprudentemente no se da cuenta de que se está descalificando para dar un consejo sabio, a fin de trazar planes para el mayor progreso de la obra de Dios. Pero así es. No puede discernir las cosas espirituales, y en las reuniones de la junta, cuando debería decir "sí" y "amen", dice "no". Hace propuestas que no vienen al caso. El alimento que ingirió ha sumido en la penumbra sus facultades mentales.La complacencia propia descalifica al instrumento humano para dar testimonio en favor de la verdad. La gratitud que ofrecemos a Dios por sus bendiciones queda grandemente afectada por el alimento que ponemos en el estómago. La complacencia del apetito es causa de disensión, contienda, discordia y muchos otros males. Se pronuncian palabras llenas de impaciencia y se llevan a cabo hechos poco amables; se aplican métodos deshonestos y se manifiesta la pasión. Y todo ello porque los nervios del cerebro están enfermos por el alimento que se ha amontonado abusivamente sobre el estómago. Ms 93, 1901.

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